Jaime es un hombre muy bueno, pero le ha faltado la suficiente madurez para entender a mis hijas y hacerse respetar, al punto que ellas lo ven como si fuera un hermano mayor y no como el padre que tanto él como yo queríamos que fuera para mis niñas.
Hace tres años me casé y mis hijas ahora tienen 9 y 11 años. Cuando eran más pequeñas le hacían caso a Jaime, lo respetaban y aprendieron a quererlo.
Pero lamentablemente ya no lo respetan, no obedecen cuando les habla y finalmente le dicen que no es su papá, lo que le duele a mi esposo porque las adora.
Yo me di cuenta que las niñas cambiaron cuando nació su hermanito. Y es que Jaime también se dedicó más a nuestro hijo, las desplazó un poco y no quería ni que carguen al bebé por miedo a que lo vayan a botar.
Lo cierto, doctora, es que esa raíz de la relación entre mis hijas y mi esposo ha empezado las discusiones entre nosotros, pues me acusa de no haber permitido tener autoridad sobre ellas y que es mi culpa que no lo respeten.
Todos los días tenemos peleas porque mis hijas no le hacen caso cuando las manda a estudiar. Tampoco es que sean demasiado malcriadas y eso no entiende Jaime, quien todo el tiempo me culpa de no dejarlo ponerlas en orden.
Sinceramente me encuentro entre la espada y la pared, pues por un lado están mis hijas y por el otro el hombre al que amo y padre de mi hijo.
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